Comentarios viruslentos (38): La bioseguridad es sostenible y proporcionada o no será

Desde hace cerca de tres décadas (la primera edición de LBM, Laboratory Biosafety Manual de la Organización Mundial de la Salud, OMS, es de 1983) la Bioseguridad se ha ido implantando, a trompicones en algunos casos, en diferentes países de diferentes continentes. La bioseguridad agrupaba, y agrupa, un conjunto de técnicas y procedimientos que buscan controlar la exposición a los patógenos, protegiendo al personal laboral de los laboratorios, pero también a la comunidad que los rodea, frente a liberaciones involuntarias o accidentales. Posteriormente, tras los atentados del 2001 con ántrax en Estados Unidos se desató, en opinión pública y gobiernos, la preocupación por la bioprotección, que buscaba evitar la disponibilidad y uso de patógenos, o derivados, por parte de grupos o individuos con finalidades dolosas. En ambos casos se ha vertido una cantidad ingente de tecnología y dinero en aparatos y sistemas de manera que, ahora mismo, en los países de primer mundo Bioseguridad y Biocontención son tecnología, son altamente tecnología-dependiente. Todos los centros de investigación en patógenos de alto riesgo de estos países tienen complejos sistemas de ventilación, filtración absoluta de aire, cascadas de presión negativa entre salas que se mantienen 24 horas al día 365 días al año, sistemas de eliminación de residuos líquidos y sólidos (incineración, digestión alcalina, autoclave), control electrónico de accesos, puertas enclavadas, duchas a la salida del personal y otras medidas. Y todo esto dispara los costes espectacularmente. Y quizás no era eso, compañeros y compañeras.

Manipulación de muestras contaminadas con priones en el laboratorio de priones del NBS3 del IRTA-CReSA.

Incluso laboratorios pequeños tienen costes elevados; los costes totales de construcción de un laboratorio de 30m2 y equipamiento necesario, de nivel de Bioseguridad 3 (NBS3) en 2009, subió a 400.000 dólares (Ssengooba et al., 2015). Los consumibles y reactivos para el primer año de funcionamiento supusieron unos 134.655 dólares adicionales. Hay que considerar que los costes constructivos para una instalación de alta contención (o NBS3) son del orden de un 200-400% más altos que los de una instalación NBS2; cuando los costes operacionales entran en escena esta diferencia se hace más acusada aún (Abad et al., 2010). Algunos autores (Heckert et al., 2011), estiman que el presupuesto anual de mantenimiento a laboratorios de alta contención es un 10% -15% del coste total de construcción. Y todo ello arrincona temas quizás más importantes, como la formación, calificación y entrenamiento de la fuerza laboral y el conocimiento profundo de las buenas prácticas microbiológicas y de aquello con lo que se trabaja.

En los países con rentas bajas o medias, donde la tecnología es demasiado costosa, ¿están condenados a no hacer investigación con patógenos peligrosos? ¿Tienen menos derechos? ¿Tienen menos deberes? ¿Su Bioseguridad debe ser inferior por no tener la última tecnología al alcance? Algunas de estas preguntas ya me las he hecho antes (ver Abad, 2018) y se las siguen haciendo otros; diseñar, construir y mantener instalaciones complejas puede restar recursos ya de por sí limitados por las operaciones laboratoriales diarias, e impedir la formación adecuada y entrenamiento del personal (Kojima et al., 2018). Quizás lo que hay es volver a unos orígenes en los que la Bioseguridad sea función de formación y actividades procedimentales que se apoyan, pero no dependen exclusivamente, de la última tecnología.

La Bioseguridad debe ser proporcional al peligro que se manipula y sostenible en el entorno donde se manipula. ¿Es necesaria una instalación de alta biocontención, nivel 3, para manipular muestras de diagnóstico de un patógeno de grupo de riesgo 3? ¿Y si sabemos que el suministro eléctrico dista mucho de estar garantizado? ¿Y si no sabemos si tendremos personal técnico para efectuar el reparación del sistema de presión negativa? ¿Es necesaria una instalación de alta contención para trabajar con vectores artrópodos infectados o no que no tengan ecológicamente ninguna posibilidad de establecer-s en el área a geográfica circundante?

La categorización que estableció la OMS en grupos de riesgo microbiológico, en su momento, llevó asociada unos niveles por su segura manipulación. Sin embargo estos niveles de Bioseguridad, 1, 2, 3 (alta contención) y 4 (máxima contención) se han sacralizado, quizá, excesivamente, asumiendo una linealidad, lo que pertenece a GR3 debe manipularse siempre en un nivel de Bioseguridad 3, que no es correcta … en numerosos casos.

El riesgo de manipulación de un patógeno (o muestras que puedan contenerlo) es multifactorial. Depende de la cantidad (volumen) y potencia (título infeccioso, concentración), del agente que se manipula, de su dosis infecciosa y la patogenicidad, de la ruta de infección y de la facilidad para contagiarse, de la severidad de la infección (desde benigna a mortal), del endemicidad del patógeno (que es área dependiente; Zika es endémico en Brasil pero no lo es todavía en Cataluña), de la susceptibilidad de la población humana o animal que rodea actividad, de la actividad que hacemos con el patógeno (diagnóstico, propagación, infección en modelos animales, etc.) y de la competencia o entrenamiento del personal laboratorial. Y probablemente nos dejamos factores.

Muchos de los factores que acabo de mencionar y que contribuyen al riesgo no pueden ser gestionados desde la pura tecnología y requieren una evaluación de riesgo, que será dependiente de área. No podemos hacer descansar la bioseguridad y la biocontención sólo en la tecnología porque perderemos de vista el factor ecológico y, más importante, el factor humano. Hay que aplicar una evaluación de riesgo que ponga en el centro la actividad y que seleccione la combinación de elementos y prácticas de Bioseguridad que mejor convengan con un set o combinación razonada y razonable de elementos tecnológicos (cabinas de seguridad biológica, EPIs específicos o soluciones de ingeniería).

Obviamente, como la evaluación de riesgo será área dependiente para una misma actividad podemos tener varias evaluaciones que pueden ser todas ellas correctas. Todo esto llevará a que las actividades no quedarán categorizadas como ejecutándose en instalaciones de nivel 2 ó 3 ó 4 aunque incorrectamente también se hablaba, y se habla, de instalaciones 2 plus (+), o 3 +, o 3 mejorado (enhanced), si no en un continuo de aproximaciones. Suena un poco anárquico pero probablemente reflejará mejor la variabilidad de las actividades. No es lo mismo trabajar con muestras de Chikungunya (GR3, por tanto a manipular en NBS3) con fines diagnósticos, sabiendo que tienen poca o nula carga vírica, en una zona no endémica ni con vectores potenciales (o en una zona endémica en las estaciones sin vectores activos) que en una instalación que produzca decenas de litros del virus para preparar antígeno por una vacuna o que esté haciendo una infección experimental en mosquitos en un área no endémica donde estos mosquitos son autóctonos (donde sí habría que poner la actividad en una instalación NBS3).

Laboratorio de entomología en el NBS3 del IRTA-CReSA.

No estamos inventando nada, por otra parte. Ya la OMS, al Laboratory Biosafety Manual de 2004 hablaba de la necesidad de hacer evaluaciones locales de riesgo. Pero resultó mucho más sencillo hacer extrapolaciones entre los grupos de riesgo microbiológico y los niveles de bioseguridad y biocontención, más automáticos y que piden un menor ejercicio mental. El resultado de todo esto es que la tecnología ha tensado fuertemente hacia arriba los costes de las instalaciones de contención sin caer que una evaluación de riesgo local, que tuviera en cuenta parámetros como la presencia del patógeno en el área (endemicidad) podría permitir una aproximación más proporcionada y sostenible, y por tanto más favorable para la salud humana y animal que toneladas de ingeniería. Porque, ¿qué sentido tendría construir una instalación de máxima contención, nivel 4, para trabajar con el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea Congo, VFHCC, un patógeno GR4, si tenemos infectados por VFHCC en el área, y garrapatas infectadas campan por la misma, al ser zona endémica? Este es el caso de Turquía; Turquía no necesita un NBS4, lo que necesita es una red de NBS2 mejorados o NBS3 para hacer diagnóstico rápidos. Esto implica una obvia reducción de costes pero pone el énfasis en los procedimientos y la formación del personal que manipula estas muestras.

Otro ejemplo, actividades diagnósticas con virus transmitidos por vectores artrópodos como West Nile Virus, Chikungunya (Chik) y Zika; los dos primeros son GR3 el tercero es GR2. Lo que marcaría la «norma» sería hacer una equivalencia entre GR y NBS y por tanto las muestras diagnósticas (sueros de caballos o aves, para diagnóstico de WNV o mosquitos capturados en la naturaleza para aislar Chik) se manipularían en NBS3. En Cataluña, una zona no endémica, sin embargo, una evaluación local de riesgo podría indicar que la más que probablemente baja carga vírica de las muestras, y el hecho de que la muestra en muchos casos se lisa y se inactiva para extraer el ácido nucleico y hacer amplificación (biología molecular) y que no hay propagación del virus, permitiría llevar a una manipulación de las muestras en condiciones NBS2.

En resumen, ante cada muestra o grupo de muestras no es necesario aplicar una check list en función de lo que queremos aislar asumiendo además que estará en un número considerable de muestras y en un alto título … hay que basarse en las evidencias disponibles, y los riesgos medibles, y en la historia de muestras u orígenes previos.

En definitiva, a lo mejor lo que hay que poner en el centro son los procedimientos y el personal, su capacitación, entrenamiento y competencia, que han sido quizás demasiado abandonados mientras se perseguía el santo grial de la seguridad casi absoluta a través de la ingeniería. Porque como ya apuntaba en un artículo previo, the strength of a chain is based on its weakest link (Callaway, 2012), y en la carretera de las actividades con patógenos peligrosos, potencialmente letales, darle un Ferrari a un mono nos conducirá seguro al desastre, pero que una persona con carné (formada y cualificada) nos conduzca en un utilitario, puede que no sea demasiado cómodo, puede que no sea glamoroso, puede que no sea rápido, pero será, definitivamente, más seguro.

Pero esta, esta es otra historia.

 


Referencias:

  • Abad, F.X. Solanes, D., and Domingo, M. (2010). Reflections on biosafety: do we really know what biosafety, biocontainment, and biosecurity mean? Contributions to Science. 6,1.
  • Abad, X. (2018) Biocontainment in Low Income Countries: A Short Discussion
  • Medical Safety & Global Health 7:2, DOI: 10.4172/2574-0407/1000140
  • Callaway, E. (2012). Biosafety concerns for labs in the developing world. Nature 485, 425.
  • Heckert, R.A., Reed, J.C., Gmuender, F.K., Ellis, M., and Tonui, W. (2011). International biosafety and biosecurity challenges: suggestions for developing sustainable capacity in low-resource countries. Applied Biosafety. 16 (4),223-230.
  • Kojima K, Makison C, Summermatter K, Bennett A, Heisz M, Blacksell SD, and McKinney M. (2018). Risk-based reboot for global lab biosafety. Science 360 (6386), 260-262.
  • Ssengooba, W., Gelderbloem, S.J., Mboowa, G., Wajja, A., Namaganda, C. Musoke, P. et al. (2015). Feasibility of establishing a biosafety level 3 tuberculosis culture laboratory of acceptable quality standards in a resource-limited setting: an experience from Uganda. Health Research Policy and Systems 2015, 13:4

Conoce algo más al autor de este post:

Cap de la Unitat de Biocontenció IRTA-CReSA. comentarisviruslents.org xavier.abad@irta.cat