24 de març, Día Mundial de la tuberculosis

Cada año la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el Día Mundial de la tuberculosis . El equipo de investigación de tuberculosis del IRTA-CReSA, formado por personal científico y técnico, nos explica cómo es el trabajo diario investigando con esta enfermedad.

 

Tuberculosis: una enfermedad conocida en tiempos de incertidumbre (Bernat Pérez de Val)

Vivimos días excepcionales, con razón dedicamos nuestro tiempo a hacer conjeturas sobre cómo la pandemia de COVID-19, causada por el SARS Coronavirus-2, afectará a nuestras vidas y, por extensión, al conjunto de la sociedad. Es un reto enorme que la mayoría de las generaciones presentes no habíamos ni imaginado. Pero lo superaremos, aprenderemos de todo esto y lo que habremos vivido nos recordará que la investigación en enfermedades infecciosas y su control son fundamentales en un mundo globalizado.

No todas las enfermedades infecciosas se comportan igual, la tuberculosis es un claro ejemplo, no genera grandes picos epidémicos en un corto espacio de tiempo, suele progresar lentamente en las personas infectadas, podríamos decir que es una enfermedad discreta, casi silenciosa. Pero se propaga y mucho, casi 10 millones de personas se infectan cada año, se extiende y mucho, se estima que un tercio de la humanidad de todo el planeta está infectada, y también mata, mucho, muchísimo, más de un millón y medio de personas cada año, una cifra insoportable para una enfermedad que casi siempre debería ser «curable».

La tuberculosis es también una enfermedad que compartimos las personas y los animales. La causan un grupo de microorganismos llamados micobacterias del complejo Mycobacterium tuberculosis, y se incluye dentro de las enfermedades llamadas zoonosis, es decir, que pueden pasar de los animales a las personas y viceversa. Por eso en Cataluña hacemos prevención, control y lucha contra la tuberculosis animal desde hace años, empezando por la tuberculosis bovina, sometida a un programa de erradicación a nivel estatal, continuando por el control de la enfermedad en otros animales de producción (sobre todo las cabras que son un reservorio muy importante) y terminando con una vigilancia de la enfermedad en la fauna salvaje, que a menudo interacciona con los animales de producción. A continuación os comentamos algunas de las actividades que realiza el laboratorio de diagnóstico de micobacterias del IRTA-CReSA.

¿Cómo hacemos crecer las micobacterias? (Maite Martín)

Las muestras que analizamos para poder aislar las micobacterias pueden venir de diferentes orígenes:

  • Bovinos y caprinos destinados al consumo humano, que han dado positivo en pruebas diagnósticas.
  • Animales de matadero donde se ha observado alguna lesión en el animal sospechosa de tuberculosis.
  • Animales procedentes de cacería: fauna salvaje.

De todos estos animales, el tipo de muestra preferente que analizamos son los nódulos linfáticos, principalmente respiratorios, para aislar las micobacterias: homogeneizamos los tejidos y hacemos cultivo en medios sólidos selectivos para el crecimiento de micobacterias y en medio líquido, empleando un sistema automatizado llamado BACTEC MGIT. Estos métodos son los mismos que se utilizan en los hospitales para el diagnóstico de tuberculosis en humanos.

Una vez obtenemos crecimiento, realizamos unas técnicas moleculares (entre ellas la PCR) para saber la cepa específica que tenía cada animal infectado. De esta manera podemos hacer un estudio epidemiológico de los brotes, por ejemplo estudiando si hay relaciones entre las cepas aisladas en las explotaciones de vacuno, caprino o fauna salvaje de una zona concreta.

El principal inconveniente es que las micobacterias tardan mucho en crecer en cultivo. En medio sólido no podemos dar una muestra como negativa hasta que han pasado 3 meses del inicio del cultivo, por ello, otra técnica que realizamos es una PCR cuantitativa directamente de los homogeneizados de los tejidos, que nos permite obtener un resultado preliminar en 2 días, aunque esta PCR no dará positivo a no ser que haya una carga relativamente bacteriana alta. Toda esta actividad se realiza en la Unidad de Biocontención de nivel 3 de IRTA-CReSA, con una mascarilla FPP3, gafas protectoras y un mono que nos cubre incluso la cabeza, ya que es una enfermedad que también afecta a las personas.

Buscando las micobacterias en el microscopio (Mónica Pérez)

Otro método empleado para el diagnóstico de tuberculosis consiste en el estudio anatomopatológico mediante la evaluación microscópica de los tejidos. En el caso de que el patólogo observe macroscópicamente lesiones compatibles con tuberculosis, se recolectará una pequeña porción de tejido, se fijará en formol y se incluirá en parafina.

El estudio histológico consta de estas técnicas:

  • Evaluación microscópica de la presencia de lesiones tuberculosas mediante la tinción de Hematoxilina-Eosina (HE) que nos permitirá hacer un diagnóstico preliminar de tuberculosis, si el resultado es positivo, se procede a hacer una tinción diferencial.
  • Evaluación microscópica de la presencia de bacilos ácido alcohol resistente mediante la tinción de Ziehl-Neelsen (ZN). Esta tinción se basa principalmente en las características de la pared bacteriana que tienen las micobacterias que les confieren la propiedad de resistir a la decoloración con alcohol-ácido después de la tinción con un colorante básico (Fucsina fenicada). Por lo tanto, los bacilos «ácido alcohol resistentes» (Micobacterias) se observarán al microscopio de un color fucsia (Teñidos con la Fucsina fenicada) ya que habrán resistido a la decoloración, mientras que otras bacterias y estructuras celulares se teñirán en verde debido al colorante de contraste (Verde Luz). La tinción de Ziehl-Neelsen es una técnica sencilla, rápida y económica, aunque de baja sensibilidad pero es una valiosa herramienta para el patólogo para detectar los casos que llegan al laboratorio sospechosos de tuberculosis

¿Podemos ‘ver’ la tuberculosis en la sangre? (Zoraida Cervera)

La tuberculosis es una enfermedad que podemos detectar en el laboratorio mediante varias técnicas de diagnóstico, entre ellas están las ELISAS, que son técnicas inmunológicas que nos permiten determinar si los animales están infectados o han estado en contacto con la micobacteria.

En el laboratorio de diagnóstico de tuberculosis utilizamos dos ELISA diferentes:

  • La técnica del ‘interferón gamma’ nos sirve para detectar a un animal con la enfermedad activa, si es así, su sistema inmunológico habrá producido unas células que liberan una citoquina, llamada interferón gamma, para luchar contra la infección. Para realizar esta técnica necesitamos sangre del animal que tenemos que procesar en el laboratorio antes de 8 horas y entonces estimulamos esta sangre con unas proteínas de la micobacteria, si el animal estaba infectado, se liberará interferón gamma en la sangre que detectaremos el día siguiente por la técnica ELISA.
  • La otra técnica que utilizamos es la ELISA de detección de anticuerpos contra la tuberculosis. Con esta técnica detectamos también animales muy crónicos que ya no es posible detectar por la técnica del gamma interferón. Para realizar esta técnica necesitamos el suero de la sangre, ya que es donde podremos detectar los anticuerpos que el animal habrá generado para luchar contra la infección.

Buscando la micobacteria en la fauna silvestre (Abel Muñoz)

Uno de los procedimientos que son de vital importancia para el control de la tuberculosis es el análisis de muestras procedentes de fauna salvaje. Este nos permitirá correlacionar los diferentes puntos de contagio de la micobacteria en el entorno natural. Nosotros obtenemos las muestras gracias a la ayuda, principalmente de los cazadores y de los agentes rurales, ya que nos envían los nódulos linfáticos y las sangres de sus capturas.

Cuando recibimos las muestras, lo primero es organizarlas, las sangres se utilizarán para técnicas de detección de anticuerpos, mientras que los tejidos serán analizados para comprobar que no presentan lesiones macroscópicas compatibles con tuberculosis. El procedimiento que se sigue con los tubos de sangre empieza con separar el suero, que contiene los anticuerpos que los animales infectados han generado frente a la micobacteria y que es lo que queremos detectar para saber si el animal había estado en contacto con la enfermedad.

Con los tejidos el procedimiento empieza por hacer una exploración mediante diferentes cortes seriados de unos pocos milímetros, esto nos permitirá observar con detenimiento el interior de los nódulos linfáticos evitando pasar por alto ninguna lesión por pequeña que sea. En el caso que evidenciemos alguna lesión compatible con tuberculosis, procederemos a tomar una muestra con el fin de comprobar si cultivándola podemos obtener el crecimiento de la micobacteria tuberculosa y dar la muestra como positiva a tuberculosis.

Finalizados los procedimientos, es importante registrar los datos obtenidos para así planificar las medidas que se realizarán para hacer un seguimiento y, en la medida de lo posible, erradicar la tuberculosis en los entornos naturales donde se han evidenciado casos positivos y, además, estudiar la interacción que existe entre las diferentes especies animales positivas de las mismas zonas.

La lucha continúa

Con este trabajo en el laboratorio y mucho más que no hemos explicado, en el IRTA-CReSA luchamos contra esta enfermedad milenaria que hoy sigue siendo un gran reto en la sanidad animal y de salud pública. La lucha continúa, nosotros seguiremos entregándola.

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