Comentarios virus-lentos (18): Transportando materiales infecciosos, Delivering on the cutting edge of the sword.

El transporte de material infeccioso es un tema primordial, pero a menudo dejado de lado cuando se evalúa el riesgo biológico en una instalación. Una instalación de bioseguridad trabaja con agentes patógenos, que está diseñada y opera para mantener controlados, contenidos, a estos, que pueden hacerse crecer a elevadas concentraciones. Sin embargo en una investigación en red como la de hoy en día, dónde la transferencia de datos y materiales es constante, también hay que transferir este material infeccioso entre laboratorios en diferentes ubicaciones.

Y aquí radica el problema. En una instalación, si está bien diseñada y mantenida, las sorpresas serán mínimas, y deberían existir procedimientos para responder a las «sorpresas» más previsibles. Sin embargo cuando hacemos un envío de material infeccioso, «lanzamos» este material infeccioso al exterior en un envoltorio que creemos y que se ha diseñado como seguro, pero sometido a unas circunstancias más azarosas, menos controlables, sencillamente porque ya no dependen de nosotros y no podemos esperar que todo el mundo tenga el «foco» o la mente concentrada en temas de evaluación de riesgo o bioseguridad.

Cuando queremos enviar un material infeccioso, está claro que hay que protegerlo de las agresiones externas que puedan liberar al medio ambiente. Por ello, y como regla general (en una entrada posterior lo desarrollaremos) el agente patógeno debe ir en un triple envase. El primero contendrá el patógeno; este envase debe ser rígido y hermético. Este debe encontrarse dentro de un segundo envase, estanco (pero no necesariamente rígido) y que contendrá suficiente material absorbente para retener el material infeccioso si el envase primario se rompiera. Finalmente, el envase secundario se encontrará dentro de un tercer envase que debe mostrar en su exterior todas las identificaciones y marcajes necesarios que permitirá identificar el contenido sin abrir el paquete.

En función de la peligrosidad del material infeccioso, se categoriza el material infeccioso en categoría A o B, y esto afecta a la «calidad» del embalaje, pero la regla de la triple capa, o envase, es general. También es general que debe figurar muy claramente la dirección completa del emisor y del receptor, y que un teléfono y persona de contacto las 24 horas en caso de cualquier incidencia es recomendable (de hecho es obligatorio para paquetes de categoría A, pero no por los de categoría B).

Durante muchos años, uno ya peina canas, he visto hacer (y he hecho) muchos paquetes de materiales infecciosos para ser enviados. Hace muchos años, de una manera bastante «amateur» y poco profesional, utilizando los escasos materiales y embalajes disponibles. Actualmente, adhiriéndonos mucho más a la normativa pero aún en un entorno de centros de investigación que no tienen personal específico para esta actividad y que no encargan ni se dejan asesorar, mucho o poco, en estos temas por empresas especializadas, que las hay.  Porque según qué embalajes y asesoramientos éstos tienen un precio, evidentemente. No negaremos que hay mucho camino recorrido, pero todavía bastante por recorrer.

Pero esta, esta es otra historia.

Conoce algo más al autor de este post:

Cap de la Unitat de Biocontenció IRTA-CReSA. comentarisviruslents.org xavier.abad@irta.cat