Comentarios viruslentos (29): MERS Coronavirus, ¿nada que declarar? Una mala idea
Hace un mes saltó una noticia «curiosa». El Instituto Pasteur Corea (IPK), en la persona de una de sus investigadoras, se saltó todas las regulaciones de transporte de material biológico en un movimiento de muestras del MERS Coronavirus, Middle East Respiratory Syndrome Coronavirus y lo que es peor… no informó adecuadamente, como tampoco lo hizo el Instituto Pasteur de París.
Imagen: Cory W. Watts
Los hechos: el transporte de muestras de MERS-CoV desde Corea hasta París hace un año (octubre 2015) sin pedir ningún permiso ni avisar a las autoridades de ninguno de los países afectados, contraviniendo no sólo las normativas de transporte de material peligroso, y en él se incluye los materiales infecciosos, sino también las leyes francesas sobre control de enfermedades infecciosas (a modo de ejemplo ya os digo que intentar entrar un material infeccioso en Francia de categoría A es muy cercano a un gran pesadilla) por parte de una investigadora del IPK.
Si el transporte del material se hubiera hecho en la cabina de pasajeros el peligro hubiera sido muy real porque cualquier rotura o fuga en el empaquetamiento del virus podría haber infectado a muchos pasajeros, teniendo en cuenta la duración del vuelo, el espacio confinado y la recirculación del aire de la cabina, junto con la vía de transmisión del virus, que es precisamente la aerógena. Parece, sin embargo, que el material no iba en el equipaje de cabina si no en la bodega de carga, aunque hay diferentes versiones del tema.
¿Y porque había que mover el virus? No está claro pero recordemos que en 2015 se desató un potente brote de MERS CoV en Corea que afectó a 186 pacientes (de hecho, afectó a muchos más pero estos son los casos clínicos confirmados) y causó 38 muertes (tasa de mortalidad del 20 %). La necesidad de analizar muestras o de propagarlas y obtener nuevas producciones obliga al transporte de muestras viables. Las secuencias genéticas, modelos de proteínas, etc., pueden circular por la red pero si queremos analizar material viable no hay más remedio que moverlo alrededor del mundo.
Estamos ante una mala praxis individual que refleja un escaso interés por la bioseguridad y la evaluación de riesgos. Una investigadora viaja con material biológico y no lo declara el emisor, ni al receptor. Únicamente una semana después de llegar a París y mediante un correo electrónico escribe al colega francés «I forgot to mention… that I brought 3 Vero cell pellets that has [sic] been inactivated after infection with environmental samples collected from MERS units» es decir «Me olvidé de comentarte… que he traído tres pellets de células Vero que han sido inactivadas después infección con muestras ambientales recogidas de unidades de tratamiento de MERS» y pide a su compañero francés que determine la presencia de partículas virales por microscopía electrónica.
Un semana después, su colega francés le contestó que no podía recibir oficialmente las muestras ni procesarlas porque no tenían «entrada oficial» en Francia, no habían sido aprobadas por la agencia que regula la producción, uso, transporte, importación y exportación de microorganismos o toxinas altamente patogénicos/peligrosos (o palabras). Específicamente escribió: «…that the microscopy platform can not treat this sample because, even if the samples are inactivated, MERS coronavirus is classified as MOT and as such, requiere a special procedure to import the samples,» … «I also have to inform you that specialised personnel of Institut Pasteur has by now destroyed those samples.«Aquí ya se menciona el concepto de que las muestras habían sido inactivadas (con un fijador, el glutaraldehído), pero que aún así, la regulación obliga a pedir un permiso de entrada y el cumplimiento de una serie de requisitos de transporte. La decisión consecuente es proceder a la eliminación del material sin ninguna manipulación; lo que no tuvo permiso para entrar fue incinerado/autoclavado.
Los fallos que se detectan al leer el suceso son múltiples si bien mayoritariamente recaen en la investigadora. Si se saca un material, inactivado o no, de una unidad de alta seguridad biológica debe indicar hasta el último vial. Si se hace un envío de material biológico, inactivado o no, el receptor debe ser informado del listado de materiales que se envían. De hecho si el receptor tiene esta información quizás avisará al emisor de requerimientos/permisos necesarios en su país de llegada para permitir la entrada. El transporte de material biológico debe ser realizado por compañías especializadas (esto es obligatorio para los materiales biológicos viables, y muy recomendable para el resto, los inactivados). Un material biológico inactivado ha sufrido un tratamiento que debería haber sido previamente validado y, en ciertos casos, validado con la dinámica caso por caso y debe llevar adjunta una declaración del investigador (mejor del propio centro) que indique qué material es, qué tratamiento ha sufrido y la firma de un responsable que dé fe de los datos. Es de pardillos pensar que muestras infecciosas no precisan de permiso de importación. Como bien se dice en las noticias leídas, los permisos de exportación no son siempre necesarios pero el país receptor sí suele expedir un permiso de importación, una manera como otra de saber que le entra al territorio, y más cuando se trata de material sensible: MERS, SARS, virus fiebres hemorrágicas, influenza aviar altamente patógena, etc.
Luego viene la comunicación de la crisis y esta es toda responsabilidad del centro emisor, el IPK, y del Instituto Pasteur de París. Que nos enteremos un año después no dice nada bueno de la comunicación hecha. NO sabemos hasta qué punto hay mentiras, lo que si hay es una falta total de transparencia. Y, a ello, habrá que dedicar una próxima entrada … cuando la comunicación de crisis se convierte en una crisis en la comunicación.
Pero eso, eso es otra historia.